Desmintiendo argumentos en contra de la caza
A lo largo de los años, las principales entidades que se hacen llamar “animalistas” y los partidos políticos han intensificado sus esfuerzos para criminalizar e incitar al odio contra los ciudadanos que cazan. Año tras año, utilizan el final de la temporada de caza para difundir una mentira que carece de fundamento y que no puede sustentarse en argumentos comparativos. Todo ello para realizar una falsa comunicación de lo que es la verdadera caza y fomentar el odio en gente que no conoce la actividad.
Los argumentos de estas personas carecen de fundamento y vamos a demostrarlo desmintiendo cinco mitos en contra de la caza que simplemente la atacan.
1. La caza destruye el mundo rural
España nació en sus pueblos. Las costumbres y tradiciones de nuestro medio rural forman nuestra identidad y no se pueden entender sin la caza. Sin los que reactivan las economías de nuestros pueblos de septiembre a marzo y mantienen en buen estado la infraestructura todo el año.
Los cazadores son los que mejor conocen el campo, son los que más aman a sus animales, son los que mantienen los caminos despejados todo el año, permitiéndoles llegar a los lugares más recónditos; preocupados por el buen estado de las montañas para prevenir incendios, que invierten más de 280 millones de euros en España cada año, o las que impiden la reproducción de especies que superpoblan, son nocivas para la salud pública y ponen en peligro la seguridad vial.
Según un estudio elaborado por Deloitte para la Fundación Artemisan la caza genera 6.475 millones de euros en España y emplea a 187.000 personas. Este estudio también certifica que los cazadores son el colectivo que más dinero invierte en conservación de la naturaleza en España, después de las administraciones públicas. Concretamente 287 millones de euros anuales, de los cuales se beneficia toda la biodiversidad. Esto se traduce en generación de riqueza y fijación de población en la España vaciada.
Al hablar de actividad cinegética nos acordamos de la gente que siguen manteniendo la esperanza en muchos negocios de los pueblos más pequeños como bares, armerías, hoteles o transportes.
2. La caza no es cultura
La cultura popular es definida por la RAE como «Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo».
No hay cosa más tradicional en los pueblos que la caza, recordar las pinturas rupestres con escenas de caza representativas de la cultura de aquella época, o la creación de las herramientas que utilizaban nuestros antepasados prehistóricos para cazar. El arte de comprar y vender aves rapaces o los centros cazadores que existían en muchos pueblos a principios del siglo pasado, donde los cazadores se reunían para compartir y comunicar los momentos y alegrías de la caza.
Esto se ha hecho durante siglos y es la forma de vida de muchas personas en el medio rural, que cazan, comparten, conservan y protegen la naturaleza tan rica de nuestro país.
3. La caza maltrata a los perros
Hay un gran mito en los argumentos animalistas, que afirman que más de 50.000 perros son abandonados después de la temporada de caza. Recientes estudios de Seprona y Affinity afirman que están equivocados ya que los perros nacen con los cazadores y son cuidados desde que llegan a casa hasta el último de los días. Son llevados al veterinario, educados y adiestrados desde que son unos cachorros. Puedes encontrar el mejor pienso para tu perro de caza en nuestra tienda, puedes acceder a través de la imagen:
Estos animales, además salen al campo y viven felices con la profesión que ejercen, son muchos los testimonios que afirman que los cazadores tratamos a nuestro perro como parte de la familia: «Mi perro, aparte de formar parte de mi familia, requiere de la mejor forma física para desarrollar su actividad. Es totalmente ridículo pensar que nosotros no cuidamos nuestros perros, cuando nuestro beneficio es que nuestros perros estén mental y físicamente bien cuidados».
4. Limita los derechos de la mayoría de ciudadanos
Sería del todo absurdo decir que la caza acumulaba denuncias por bloqueo de vías y cauces públicos. Cuando una persona quiere cortar una vía pública, debe hacer una solicitud y la autoridad correspondiente debe aprobarla. El lecho del río es una zona segura y está prohibida la caza en esa rivera. Tampoco disfrutamos de un acceso preferencial a los bosques públicos, todo lo contrario. Por ejemplo, los cazadores que van a cazar a un bosque público cazan una vez al año y pagan. Ciclistas, caminantes, etc. lo hacen gratis el resto del año.
5. La actividad cinegética no es ética
Para los animalistas, la muerte del animal supone un escalón éticamente insalvable. Su argumentario pasa por afirmar que el medio ambiente se regula solo. Esta afirmación además de simple es errónea y supone un peligro a muy corto plazo si queremos mantener un adecuado equilibrio en la naturaleza. El hombre como eslabón fundamental en la cadena siempre ha estado presente en el medio natural y fue la caza el primer trabajo y oficio del hombre, la primera forma de vida que ha adoptado. El cazador no busca el sufrimiento del animal, es más, no necesita de su muerte para ser cazador.
En este video de a continuación mostramos nuestra visión de la caza de la forma que mejor se nos da como productora, en un documental audiovisual:
Autor: María Balletbó